El reto mundial de electrificar las viviendas
Los edificios generan el 33% de las emisiones globales de CO? al año. Esta es una de las conclusiones más claras del informe internacional Achieving Cero-Carbon Buildings publicado este 2025 por el Energy Transitions Commission. Un documento con mirada mundial que, lejos de desconectarse de nuestro contexto, refuerza los diagnósticos y las propuestas que desde el OREVE hemos puesto sobre la mesa: sin electrificación no hay descarbonización, y sin instalación eléctrica preparada, no hay electrificación posible.
El sector residencial, un foco de emisiones
Según el informe, los edificios residenciales son responsables del 60% de las emisiones operacionales del sector edificado, con usos principales como la calefacción (45% del consumo energético y 80% del uso directo de combustibles fósiles), la cocina (15%) y la refrigeración. Además, se prevé que la superficie construida mundial crezca un 55% hasta el 2050, hecho que incrementará drásticamente las emisiones si no se actúa.
Mejorar la eficiencia, electrificar los consumos
El informe apunta dos líneas claras de actuación:
Mejorar la eficiencia energética de los edificios mediante cambios en las tecnologías de climatización, como las bombas de calor, que pueden ser de 3 a 5 veces más eficientes que las calderas de gas, la aerotermia o geotermia, aislamiento térmico y la gestión inteligente de la energía.
Electrificar totalmente los usos térmicos residenciales, sustituyendo el gas, el gasóleo o la biomasa por electricidad renovable. La electrificación de los usos energéticos en la vivienda es esencial.
Este planteamiento coincide con la hoja de ruta del PNIEC, que establece un objetivo de neutralidad de emisiones del parque residencial en 2050. Pero para que esta electrificación sea viable, es imprescindible que una infraestructura cómo la instalación eléctrica sea capaz y esté suficientemente dimensionada para sostener, técnicamente, los usos energéticos de la vivienda, tanto los actuales, como los que han de sustituir al consumo de carburantes fósiles, como a futuros nuevos consumos derivados de los cambios derivados de la electrificación social (como los derivados de la movilidad individual, la digitalización del ocio y las comunicaciones, la domótica, etc.)
La instalación eléctrica, la gran olvidada en la transición energética
En España, el 77% de las viviendas se construyeron antes de 2001, cuando todavía no estaba vigente el actual Reglamento Electrotécnico para Baja Tensión (REBT). Según el informe OREVE 2024, este dato, junto con una baja tasa de rehabilitación de viviendas en España (con solo un 0,1% anual, de media), permite presumir que millones de hogares no están preparados para afrontar la electrificación bajo criterios de seguridad y eficiencia.
Sin una instalación eléctrica adecuada en el hogar, no se pueden instalar bombas de calor, cargar vehículos eléctricos, ni adoptar sistemas de autoconsumo con placas solares o implementar baterías para almacenar energía en momentos de bajo precio de la energía. De hecho, tal como señala el estudio, el mal estado de las instalaciones eléctricas es responsable del 30% de las muertes por incendio doméstico en España (Fundación Mapfre).
El informe de la Energy Transitions Commission corrobora las tesis del estudio del OREVE, y sus conclusiones. La descarbonización del sector residencial exige una rehabilitación profunda y en esta, la electrificación es esencial. Hay que favorecer que la rehabilitación contemple la actualización de la instalación eléctrica, para aprovechar la oportunidad de mejorar el confort, la seguridad, la eficiencia, y que redunde en un incremento del valor patrimonial de las viviendas. El reto no es sólo técnico, sino también social y económico: hay que desarrollar políticas que faciliten la rehabilitación de los hogares más vulnerables, sin olvidar incluir en ellas su instalación eléctrica. Es el camino para una transición energética del sector residencial justa e inclusiva.
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