La eficiencia energética es un criterio clave para el desarrollo de la industria y de la sociedad. Cualquier producto o solución industrial que no tenga en cuenta el ahorro y la eficiencia está sin duda, hoy más que nunca, condenado al fracaso. En este contexto, AFME (Asociación de Fabricantes de Material Eléctrico) defiende la contribución del material eléctrico a la mejora de dicha eficiencia en el marco de las instalaciones eléctricas.
“La electricidad es la forma de energía más controlable. Por tanto, hacer un buen uso de ella puede ser la forma más inteligente de ahorrar energía y, por esta razón, es importante afrontar el reto de mejorar la eficiencia energética de las instalaciones eléctricas.” Hoy cobra más sentido que nunca dicha afirmación recogida por Afme en su guía ‘Contribución del material eléctrico a la eficiencia energética de las instalaciones’, dirigida a ingenieros, arquitectos, ESEs y Administración, en tanto que son prescriptores de las instalaciones; distribuidores de material eléctrico, en tanto que son asesores de los instaladores y de los usuarios finales; instaladores, en tanto que son profesionales que instalan, mantienen y reparan las instalaciones eléctricas; propietarios, arrendatarios y explotadores de edificios.
Entre otras cosas, tras un exhaustivo repaso a la contribución del material eléctrico a la mejora de la eficiencia energética de las instalaciones eléctricas, el documento recoge recomendaciones de buenas prácticas, tales como el cumplimiento con las normas aplicables y las recomendaciones del fabricante, así como el adecuado mantenimiento, revisión y, en su caso, rehabilitación de las instalaciones eléctricas.
De igual forma, se hace especial hincapié en todas aquellas soluciones que contribuyen a la adecuada gestión de los consumos y al mantenimiento de la continuidad del servicio.
Contribución del material eléctrico a la eficiencia
El material eléctrico de baja tensión posee intrínsecamente un elevado rendimiento energético, entendido como el cociente entre la energía transmitida y la consumida. Este alto rendimiento que le se ha conseguido gracias a la inversión de los fabricantes en desarrollo tecnológico e implantación de mejoras en el diseño y los procesos productivos.
Asimismo, el material eléctrico contribuye notablemente a la mejora de la eficiencia energética de las instalaciones eléctricas. Esta contribución se basa en: la instalación de dispositivos eléctricos que, por sí mismos, o incluyéndolos en un sistema, reducen el consumo de energía o proporcionan al usuario la información necesaria para hacerlo; una adecuada selección e instalación del material eléctrico, la cual puede reducir las pérdidas de energía de la instalación eléctrica en más de un 75%.
Desde el momento en que se ejecuta la instalación, y durante toda su explotación, se deben aplicar medidas para mejorar su eficiencia energética.
Para el caso concreto de las instalaciones eléctricas, AFME indica que una política energética que se base en maximizar su eficiencia implicará llevar a cabo las siguientes acciones para cada uno de los procesos principales: planificación (obtención de datos de consumo energético; identificación de requisitos legales y de partes interesadas; establecimiento de objetivos); implementación y operación (limitación del consumo, evitando malgastar energía y minimizando las pérdidas; cumplimiento de las normas de aplicación; cumplimiento de la legislación; educación y concienciación de la sociedad); verificación (mantenimiento y revisión de las instalaciones eléctricas); acción correctiva y preventiva (registro de datos de las revisiones; rehabilitación de las instalaciones eléctricas).
En definitiva, la correcta selección e instalación del material eléctrico que conforma una instalación doméstica supone un ahorro medio en consumo eléctrico de aproximadamente el 15%. Adicionalmente, la instalación de un sistema domótico en una vivienda facilita una reducción de su consumo energético total (agua, gas, electricidad) en una media del 25%.
Estos ahorros energéticos suponen evitar la emisión a la atmósfera de cerca de dos toneladas de CO2 por vivienda y año, lo que en el global de España significa un ahorro en contaminación de más 28 millones de toneladas de CO2.
Estos datos son todavía más significativos en los sectores terciario e industrial, donde el consumo energético es mayor y, por tanto, también lo son los ahorros energéticos alcanzables.
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