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La bombilla del siglo XXI: la revolución de las baterías alumbra una nueva era

Cada vez más perfeccionadas y baratas, tienen la llave para generar un cambio de paradigma energético y económico en el mundo


Thomas Alva Edison se llevó 34 todos los méritos en 1879, pero el invento venía de tiempo atrás. Setenta años antes, Humphry Davy, oriundo de Cornualles (Inglaterra), había logrado fijar una fina tira de carbón entre los dos polos de una pila. Nacía así la primera bombilla, el invento que permitiría al ser humano hacer vida de noche y que multiplicaría exponencialmente los usos de la electricidad. Hoy, dos siglos después, es otra la revolución en ciernes: la de las baterías, sistemas de almacenamiento de energía cada vez más avanzados que tienen la llave de un auténtico cambio de paradigma. Tanto en lo puramente energético, como para decantar la balanza en la madre de todas las batallas: la del cambio climático.


El último eslabón para la eclosión definitiva de las renovables y la electrificación masiva está a punto de caramelo. acelerón tecnológico, las crecientes economías de escala y la proliferación de fabricantes —hay quien alerta, de hecho, de un riesgo de sobrecapacidad productiva— han laminado el precio de las baterías: hoy cuestan, de media, algo menos de la mitad que hace solo un año y medio, la mitad que hace un lustro y un 90% menos que una década atrás. Una drástica caída, de proporciones inimaginables en otras industrias, que abre oportunidades en dos frentes clave: el coche a pilas y la descarbonización de la matriz eléctrica. 


La promesa está ahí, con un final anhelado y, a la vez, factible. Las baterías, la guinda en el pastel renovable, son — serán— la tumba del petróleo, el carbón y el gas natural, la trilogía fósil responsable de la crisis climática. Primero, porque permitirán electrificar definitivamente el transporte por carretera. Un cambio de era en el que España camina con varios cuerpos de desventaja, pero cuyo final parece escrito en piedra: la movilidad terrestre, en especial la de bajo tonelaje, será eléctrica o no será. Adiós, pues, al diésel y a la gasolina; primero en los coches y, poco después, también en camiones y autobuses de larga distancia.



Fuente: OREVE

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