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El papel del agregador energético en el sector residencial

La transición energética no solo requiere nuevas tecnologías y fuentes renovables, sino también nuevos actores que ayuden a integrar a la ciudadanía en el sistema eléctrico. Entre estos nuevos perfiles, el agregador energético destaca por su capacidad de reunir a múltiples consumidores y productores —especialmente de pequeña escala— para actuar colectivamente en el mercado energético. Esta figura, aún emergente en muchos países europeos, ofrece soluciones para gestionar de forma más eficiente el consumo, conseguir mejores tarifas, facilitar el autoconsumo colectivo y dar acceso a ingresos energéticos antes reservados a grandes operadores.


Ante la complejidad creciente del sistema eléctrico, marcada por la incorporación de fuentes renovables variables y la demanda de una red más flexible y resiliente, los agregadores energéticos se perfilan como agentes estratégicos para liderar estas transformaciones. Su papel es especialmente relevante en el sector residencial, donde pueden desbloquear el potencial de comunidades vecinales, cooperativas energéticas y usuarios domésticos interesados en participar activamente en la transición energética.


Un modelo para democratizar el acceso al mercado energético

La lógica detrás de la figura del agregador es sencilla: al combinar múltiples unidades pequeñas, se crea una masa crítica suficiente para negociar en mejores términos con el mercado. Esto permite ajustar el consumo en tiempo real, almacenar excedentes energéticos, venderlos o incluso prestar servicios a la red, como la gestión de picos de demanda y su respectiva estabilización.


Tal como recoge el informe OREVE 2024, esta figura adquiere relevancia creciente en un contexto donde se fomenta la generación distribuida, el autoconsumo compartido y el almacenamiento energético. La Comisión Europea, en su Clean Energy Package, ya reconocía en 2019 el papel fundamental de los agregadores como facilitadores de nuevos modelos de negocio y participación ciudadana en los mercados energéticos.


Cómo los agregadores impulsan la integración de renovables y el almacenamiento en hogares

Uno de los principales desafíos de la transición energética es la variabilidad de las fuentes renovables. La producción solar y eólica, por su naturaleza intermitente, exige soluciones técnicas para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico. En este punto, el agregador desempeña un papel fundamental al integrar y coordinar recursos energéticos distribuidos, como placas solares en viviendas, baterías domésticas o vehículos eléctricos.


Los agregadores pueden ajustar el consumo de energía en tiempo real para aprovechar la disponibilidad de energías renovables, contribuyendo así a una mayor eficiencia energética y sostenibilidad. Además, no solo mejoran la eficiencia del sistema, sino que reducen los costes para los usuarios y alivian la presión sobre las infraestructuras eléctricas tradicionales.


Beneficios y oportunidades para comunidades residenciales y proyectos de energía compartida

En el ámbito residencial, especialmente en comunidades de propietarios o pequeñas comunidades energéticas, el agregador puede ser fundamental para impulsar el desarrollo de proyectos colectivos de autoconsumo renovable. En primer lugar, se encarga de la coordinación del proyecto, participando desde el diseño hasta la instalación y puesta en marcha de sistemas fotovoltaicos o de almacenamiento. Además, asume la gestión del excedente energético, vendiendo la energía sobrante al mercado mayorista o a través de tarifas reguladas, lo que permite generar ingresos que pueden repartirse entre los vecinos o reinvertirse en mejoras comunitarias. También cumple una función esencial en el cumplimiento regulatorio, asesorando para que todas las actuaciones se ajusten a la normativa vigente y evitando así sanciones o retrasos, así como también se encarga de gestionar los permisos. Finalmente, contribuye a la optimización del uso energético mediante el aprovechamiento de las tecnologías disponibles, utilizando plataformas de monitorización y control que permiten gestionar de forma eficiente el consumo compartido.


El agregador energético va mucho más allá de ser un simple intermediario técnico: se consolida como un agente estratégico capaz de acelerar la transición energética situando a los ciudadanos en el centro del sistema. En un contexto donde la democratización del acceso a la energía resulta fundamental, especialmente en el ámbito residencial, impulsar el desarrollo de estos actores debe convertirse en una prioridad para las políticas públicas y en general, para todos los agentes del sector. Sin embargo, la rehabilitación eléctrica de las viviendas sigue siendo una asignatura pendiente en la agenda pública, y resulta urgente priorizar su actualización para que los hogares estén realmente preparados para afrontar los desafíos de la transición energética.



Fuente: OREVE 


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