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Comunidades energéticas y autoconsumo residencial

Las comunidades energéticas son asociaciones de consumidores que optan por colaborar en la generación, consumo, almacenamiento y venta de energía renovable dentro de una localidad o comunidad geográfica. Estas representan un modelo innovador en la generación y consumo de energía renovable, y cobran especial interés en el ámbito residencial.


El enfoque colectivo de estas comunidades ofrece una manera efectiva y sostenible de integrar el autoconsumo fotovoltaico, ampliando los beneficios de la energía renovable más allá de los hogares individuales para abarcar comunidades enteras. Este modelo permite a los miembros compartir la energía generada a través de instalaciones fotovoltaicas comunes, lo que reduce la dependencia de la red eléctrica tradicional y promueve una mayor autonomía energética.


Las actividades a desarrollar por parte de las comunidades energéticas van más allá de la generación y distribución para el autoconsumo. Pueden, además, proporcionar servicios de eficiencia energética -como abordar la renovación de un edificio-, la agregación de energía y almacenaje o la movilidad vinculada al vehículo eléctrico.


Funcionamiento de las Comunidades Energéticas

En una comunidad energética, los paneles solares suelen colocarse en zonas comunes como techos de edificios, escuelas, centros comunitarios o terrenos adecuados. La energía producida se reparte entre los miembros de la comunidad, que pueden ser viviendas, negocios locales o instituciones públicas, según los acuerdos de consumo.


En 2022, el Gobierno atendió las peticiones del sector y aumentó la distancia máxima entre el punto de generación y el de consumo, permitiendo hasta 1.000 metros para instalaciones en cubiertas y hasta 2.000 metros para las situadas en el suelo.


Tipo de Comunidades Energética operativas en España.

Según el registro del IDAE, a fecha de hoy, en España hay 394 comunidades energéticas, de las cuales 308 están vinculadas a la generación, distribución para autoconsumo y almacenaje de energía, 291 a proyectos de generación fotovoltaica y 5 a térmicas. Las otras 12 Comunidades responden a proyectos de almacenaje eléctrico. Estas suman en total, una capacidad instalada de 77,411 MW.



Según el mismo registro, en España se contabilizan 86 comunidades energéticas relacionadas con la movilidad. De estas, 75 se dedican a la gestión compartida de 236 puntos de carga para vehículos eléctricos, y 11 comunidades comparten la propiedad y uso de 24 vehículos eléctricos.


Beneficios del autoconsumo en comunidades energéticas

Las comunidades energéticas ofrecen diversas ventajas, entre ellas las economías de escala, que permiten reducir significativamente los costos por unidad mediante la compra e instalación de sistemas fotovoltaicos en mayores volúmenes, en comparación con instalaciones individuales en hogares. Además, optimizan la energía generada, gestionando la demanda y oferta a nivel comunitario para mejorar la eficiencia y minimizar el desperdicio.


Estas comunidades también fortalecen la resiliencia energética, proporcionando mayor independencia frente a cortes de energía y fluctuaciones de precios del sistema de red más amplio. Asimismo, facilitan el acceso a energía renovable para aquellos residentes que no disponen de la capacidad física o financiera para instalar sistemas individuales, como aquellos que viven en apartamentos o casas sin acceso a un techo adecuado.


Desafíos y barreras:

A pesar de las ventajas de las comunidades energéticas, enfrentan varios desafíos. En términos de regulación persisten dificultades normativas y administrativas que complican su implementación. No existe un procedimiento estándar para su tramitación, especialmente ante administraciones locales, y los requisitos varían entre municipios.


Otro problema es la obtención de la autorización de conexión a la red por parte de los titulares, que operan en régimen de monopolio. A menudo, imponen criterios arbitrarios y no uniformes para conectar la comunidad a la red y evacuar los excedentes.


Además, la inversión inicial para la instalación de infraestructura fotovoltaica puede ser considerable, y obtener financiamiento adecuado sigue siendo un desafío para muchas comunidades. Por último, la gestión y operación de una comunidad energética requieren una coordinación eficaz entre sus miembros, así como un mantenimiento constante y una adecuada gestión de la infraestructura energética.

Fuente: Oreve

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